solo un tema por semana,
y con que le guste al diyei alcanza

martes, 25 de agosto de 2015

[136] Me ahogo me ahogo listo me ahogué


“Suzanne”, de Leonard Cohen (1966)



Hoy termina la serie “Dime cómo te llamas” a todo ritmo, con una incomparable canción de Leonard Cohen. Es incomparable al estilo en que lo son las katanas de Hattori Hanzo, que solo se pueden comparar con otras espadas hechas por él. De la misma forma, una canción de Leonard Cohen solo puede compararse con otra canción de él mismo, porque compararla con una canción de otro autor sería como comparar naranjas con portaaviones.

Voy a aclarar por las dudas, que me encanta Cohen. Me parece un genio. Poeta, novelista y cantautor canadiense, judío practicante durante toda su vida, es probablemente el cantautor que más menciona a Jesús en sus letras catholic-friendly, y últimamente se recluyó en un monasterio budista (sin dejar el judaísmo, eh).

Y sus canciones son tan particulares. “Suzanne” es, sin dudas, mi favorita, pero tiene montones. La más famosa probablemente sea el “Aleluya”, que los pendejos veinteañeros que compiten en American Idol piensan que compuso Shrek: no chicos, la canción es de Leonard Cohen, no me hagan enojar que me saco el cinto.


Bueno, “Aleluya” es la canción más movida que tiene Cohen. Si lo escuchan cantar a Leonard, es casi un sketch de Capusotto: de hecho, es igual a Lorenzo García:



Y para que vean que no miento, va la interpretación más power de Leonard de su canción “Suzanne”, con todo el ímpetu de finales de los sesentas:



Díganme si no parece que al terminar la primera estrofa va a caerse dormido ahí mismo, en el escenario.

Bueno, ya terminé mi momento de bardeo, ahora vamos con lo positivo. “Suzanne” es una gran canción. Una canción-río, donde los versos van pasando como olitas frescas que golpean suavemente contra la orilla y forman, casi sin que nos demos cuenta, una historia, a la vez que en nuestros oídos resuena una melodía hermosa, realmente cautivadora y desconcertante, en tanto por momentos hasta nos olvidamos de que eso que escuchamos es una canción.



Una canción de amor apasionado, a la manera de Cohen. Compuso el tema a partir de un poema suyo titulado como el primer verso de la canción (“Suzanne takes you down”), y en 1967 la grabó en su primer disco (titulado, superimaginativa y marketineramente, “Canciones de Leonard Cohen”, en la tapa, donde al diseñador no se le cayó media idea más allá de las letras chorreadas, aparece una foto carné de él mismo, bastante parecido a Al Pacino);


 pero ya un año antes lo había grabado su amiga Judy Collins, que ponele no era tan buena compositora pero tenía más facha, más onda y más carisma que Leonard (Judy está agendada para aparecer en el blog dentro de un par de semanitas, si sigo existiendo para entonces).



La canción (solo la voz de Leonard y una guitarra morosa: más sería pecado) comienza con una visita: Suzanne lo lleva a él río abajo, hasta su casa en la ribera, y él comparte con ella la tarde, el té, el paisaje (los barcos pasan) y la cama (opcional). Leonard explicó, décadas más tarde, que la inspiración para la canción fue una visita a Suzanne Verdal, esposa de un amigo escultor en Montreal, pero ambos aclararon que no eran amantes. En la canción, sin embargo, es claro que Suzanne y él sí son amantes: los deschava el río, que contesta cuando ellos dos callan.

Es un encuentro lleno de confianza y de intimidad: llega el estribillo (ni nos damos cuenta) que habla de querer viajar con ella, “viajar a ciegas”: no es necesario ver para creer (como le pasaba a Tomás, ya que estamos).

La segunda estrofa, no sabemos muy bien por qué, empieza hablando de Jesús. Y bue, es Cohen. Es una estrofa bastante molesta, y muchas veces me parece innecesaria, pero seguramente la canción no sería lo que es sin ella. Se muestra, en todo caso, a Jesús como un hombre, como un ser mortal, no como un dios: le habla a los ahogados, y él mismo está roto por dentro, abandonado y “casi humano” mucho antes de ser abandonado a su cruz. Alguien en quien también, quizás, se puede confiar y a quien se puede seguir (en su visita real a la Suzanne real, Leonard veía desde la casa de ella la iglesia de Notre Dame junto al río, en la Bahía de Montreal, desde donde se bendice, cada mañana, a los pescadores antes de que salgan a navegar).



En la tercera estrofa, que es maravillosa, Suzanne lo lleva de paseo junto al río, mientras el sol se derrama como miel, a buscar entre las flores y la basura, porque “hay héroes entre las algas” y “hay niños que se inclinan al amor”. Suzanne lleva ropas conseguidas en el Ejército de Salvación (harapos mezclados con plumas) y sostiene el espejo en el cual se mira, con una curiosa luz cálida, esa parte del mundo. Esa estrofa sola ya salvaría a la canción, si llegara el Juicio Final.

Ahora Suzanne toma tu mano
y te conduce hacia el río,
lleva puestos harapos y plumas
de los estantes del Ejército de Salvación
y el sol se derrama como miel
sobre nuestra Dama de la Bahía
y te muestra dónde buscar
entre la basura y las flores
hay héroes en las algas,
hay niños en la mañana
que se inclinan al amor
y lo harán así por siempre
mientras Suzanne sostenga el espejo.

Y termina la canción con ese estribillo-río, en el que se repite la idea de viajar a ciegas con ella, porque “tocó tu cuerpo perfecto con su mente”. Los demás infelices podrán ahogarse, él se tiene tanta fe que probablemente se ponga a caminar sobre el agua sin problemas.



Suzanne
Suzanne takes you down
to her place near the river
You can hear the boats go by
You can spend the night beside her
And you know that she's half crazy
But that's why you want to be there
And she feeds you tea and oranges
That come all the way from China
And just when you mean to tell her
That you have no love to give her
Then she gets you on her wavelength
And she lets the river answer
That you've always been her lover.

And you want to travel with her
And you want to travel blind
And you know that she will trust you
For you've touched her perfect body
with your mind.

And Jesus was a sailor
When he walked upon the water
And he spent a long time watching
From his lonely wooden tower
And when he knew for certain
Only drowning men could see him
He said "All men will be sailors then
Until the sea shall free them"
But he himself was broken
Long before the sky would open
Forsaken, almost human
He sank beneath your wisdom
like a stone.

And you want to travel with him
And you want to travel blind
And you think maybe you'll trust him
For he's touched your perfect body
with his mind.

Now Suzanne takes your hand
And she leads you to the river
She is wearing rags and feathers
From Salvation Army counters
And the sun pours down like honey
On our lady of the harbour
And she shows you where to look
Among the garbage and the flowers
There are heroes in the seaweed
There are children in the morning
They are leaning out for love
And they will lean that way forever
While Suzanne holds the mirror.

And you want to travel with her
And you want to travel blind
And you know that you can trust her
For she's touched your perfect body
with her mind
Suzanne
Suzanne te lleva abajo
a su casa junto al río,
puedes oír los barcos que pasan,
puedes pasar la noche a su lado
y sabes que está medio loca
pero es por eso que quieres estar allí
y te alimenta con té y naranjas
que vinieron desde China
y justo cuando tratas de decirle
que no tienes amor para darle
entonces ella te mete en su onda
y deja que el río conteste
que siempre has sido su amante.

Y quieres viajar con ella
y quieres viajar a ciegas
y sabes que confiará en ti
porque tocaste su cuerpo perfecto
con tu mente.

Y Jesús era un navegante
cuando caminaba sobre el agua
y pasó largo tiempo observando
desde su solitaria torre de madera
y cuando supo con certeza
que solo los que se ahogaban podían verlo
dijo: “Todos los hombres serán navegantes
hasta que el mar los libere”,
pero él mismo estaba roto
mucho antes de que el cielo se abriera,
rendido, casi humano
se hundió en tu sabiduría
como una piedra.

Y quieres viajar con él
y quieres viajar a ciegas
y piensas que quizás confiarás en él
porque él tocó tu cuerpo perfecto
con su mente.

Ahora Suzanne toma tu mano
y te conduce hacia el río,
lleva puestos harapos y plumas
de los estantes del Ejército de Salvación
y el sol se derrama como miel
sobre nuestra Dama de la Bahía
y te muestra dónde buscar
entre la basura y las flores
hay héroes en las algas,
hay niños en la mañana
que se inclinan al amor
y lo harán así por siempre
mientras Suzanne sostenga el espejo.

Y quieres viajar con ella
y quieres viajar a ciegas
y sabes que puedes confiar en ella
porque ella tocó tu cuerpo perfecto
con su mente.



Y eso es todo por hoy. Voy a bañarme por segunda vez en el mismo río y regresaré la semana que viene, si es que no me ahogo, para comenzar la penúltima serie de la temporada.


DJ Vago

martes, 18 de agosto de 2015

[135] No preguntes


“Luka”, de Suzanne Vega (1987)


A Paula Bombara.


Como penúltima entrega de la serie “Dime cómo te llamas”, la respuesta es “Luka”, de Suzanne Vega. Un raro caso de hit pop basado en una temática poco pop (aunque, en cierta manera, muy “hit”): la violencia doméstica. El disco de Suzanne (Solitude Standing) en donde apareció este tema vendió más de un millón de unidades solo en los Estados Unidos, y “Luka” fue el mayor éxito de su carrera, que aún continúa.



Pensé en titular este posteo con un juego de palabras con “cobrar” y “una luka”, pero la verdad, el tema es serio y hoy no estoy con mucho ánimo para el humor negro, así que me contuve.

Aparentemente, por lo que se ve en el videoclip y por comentarios posteriores de la autora de la canción, Luka es un niño varón a quien le pegan sus padres. Pero lo cierto es que la canción nunca aclara que Luka sea un niño, y ni siquiera, que sea varón (aunque menos utilizado para nenas, Luka es nombre unisex, como Andrea). Ese “mi nombre es Luka” con que empieza la canción (en la voz tranqui y un poquito tristona de Suzanne) me parece muy logrado, porque no reduce el tema, no se lo compartimenta: el problema acá es que hay un ser humano a quien le pegan todo el tiempo. Que sea niño o adulto, varón o mujer, no es lo principal. De hecho, todos sabemos que las principales víctimas de la violencia doméstica son las mujeres, de todas las edades.

Por qué alguien pega, hiere, viola, tortura o mata a otra persona es algo que escapa por completo a mi entendimiento. Pero sin dudas pasa, todo el tiempo, en todos lados. En mi opinión, una de las mejores cosas de la canción Luka es que, de entrada, establece que esa violencia que muchas veces no nos imaginamos posible no solo existe, sino que está ahí nomás; si no dentro de nuestra casa, a la vuelta de la esquina, o ni siquiera tan lejos: en nuestro mismo edificio, una pared o un techo de por medio, agazapada como un monstruo listo para tomar la casa por asalto al menor descuido.

El otro logro de la canción, que es, por cierto, uno de los temas pop menos alegres de la historia de la música, es que presenta en forma sintética y gráfica todo el manual de excusas de la víctima. Porque en la violencia doméstica, la víctima muy frecuentemente se ve envuelta en una relación de sumisión y control psicológico por parte de su abusador-golpeador-maltratador, y se ve obligado (bajo amenaza, para cubrir el crimen o simplemente por vergüenza) a mentir sobre lo que le sucede: “no, nadie me pega, me caí de la bicicleta, me tropecé contra el cordón de la vereda, me golpeé jugando a la pelota…”. Luka dice “es que soy torpe”, “me tropecé otra vez contra la puerta” para justificar los ruidos nocturnos y los moretones. 

Y lo otro que plantea es el tristemente famoso “no te metas”: esto que pasa (o que no pasa) es problema mío, no es asunto tuyo, no te metas, no me preguntes qué pasó.

(el afiche es de una campaña estadounidense, abajo de la imagen dice: "el silencio daña: llamá al ..." (y viene el número telefónico de ayuda a las víctimas de violencia doméstica) ) 


Aunque inmediatamente después Luka reflexiona y a la vez, aclara, al llegar al punto cúlmine del estribillo: “solo te pegan hasta que llorás; después de eso, ya no preguntás por qué: solamente dejás de discutir”. Unos versos realmente terribles, porque muestran no solo la irracionalidad de la violencia, sino el grado de sumisión y de no-autodefensa que puede alcanzar una persona víctima de esos abusos.

Por supuesto que no todos los casos son así, y que hay gente que no hace caso a las recomendaciones y denuncia esas situaciones, y víctimas que se rebelan, y gente que no se banca que esto suceda y lucha (sin pegar) para cambiar las cosas. Mi hermana la tercera leyó hace poco una novela de Paula Bombara titulada La chica pájaro que trata de eso, una chica que con tal de escapar de quien la persigue para pegarle se esconde en un árbol y empieza a vivir allí, como si fuera un ave. Y la pelea, a la situación, con sus propias armas. Yo no leo, pero si leyera, recomendaría la novela.



Ya hacia el final de la tercera estrofa, Luka aclara que sí, que claro que le gustaría estar mejor: lo que en su caso, significa, al menos en un primer momento: “estar solo, sin nada roto, sin nada tirado”. Pero eso es apenas un anhelo, algo que suena casi inalcanzable, porque hoy, lo que se dice hoy, Luka está… “mejor no me preguntes cómo estoy”.

El videoclip está filmado en un urbano suburbio invernal, todo en un gris azulado y con los gestos de desconfianza de Suzanne mientras canta y relojea hacia el costado, y con un chico que va y viene, con pasos borrosos, como si viajara callado entre pesadilla y pesadilla (me hace acordar mucho al pobre pibe del videoclip de “Enter Sandman”, de Metallica, del que hablé en el posteo 2 de hace casi… ¡tres años!, noviembre de 2012).




Luka

My name is Luka
I live on the second floor
I live upstairs from you
Yes I think you've seen me before
If you hear something late at night
Some kind of trouble. some kind of fight
Just don't ask me what it was
Just don't ask me what it was
Just don't ask me what it was

I think it's because I'm clumsy
I try not to talk too loud
Maybe it's because I'm crazy
I try not to act too proud
They only hit until you cry
After that you don't ask why
You just don't argue anymore
You just don't argue anymore
You just don't argue anymore

Yes I think I'm okay
I walked into the door again
Well, if you ask that's what I'll say
And it's not your business anyway
I guess I'd like to be alone
With nothing broken, nothing thrown
Just don't ask me how I am
Just don't ask me how I am
Just don't ask me how I am

My name is Luka
I live on the second floor
I live upstairs from you
Yes I think you've seen me before
If you hear something late at night
Some kind of trouble, some kind of fight
Just don't ask me what it was
Just don't ask me what it was
Just don't ask me what it was

And they only hit until you cry
After that, you don't ask why
You just don't argue anymore
You just don't argue anymore
You just don't argue anymore

Luka

Me llamo Luka.
Vivo en el segundo piso.
Vivo arriba de vos,
Sí, creo que me viste antes.
Si escuchás algo, bien tarde a la noche,
Una especie de discusión, una especie de pelea,
no me preguntes qué pasó,
no me preguntes qué pasó,
no me preguntes qué pasó.

Creo que es porque soy torpe,
Intento no hablar demasiado fuerte.
Tal vez es porque estoy loco,
Intento no portarme muy orgulloso.
Ellos solo te pegan hasta que llorás.
Después de eso, no preguntás por qué,
solo dejás de discutir,
solo dejás de discutir,
solo dejás de discutir.

Sí, creo que estoy bien.
Me tropecé contra la puerta de nuevo.
Bueno, eso voy a decir si me preguntás,
Igual, no es asunto tuyo.
Supongo que me gustaría estar solo,
sin nada roto, sin nada tirado;
pero no me preguntes cómo estoy,
pero no me preguntes cómo estoy,
pero no me preguntes cómo estoy.

Me llamo Luka.
Vivo en el segundo piso.
Vivo arriba de vos,
Sí, creo que me viste antes.
Si escuchás algo, bien tarde a la noche,
Una especie de discusión, una especie de pelea,
no me preguntes qué pasó,
no me preguntes qué pasó,
no me preguntes qué pasó.

Ellos solo te pegan hasta que llorás.
Después de eso, no preguntás por qué,
solo dejás de discutir,
solo dejás de discutir,
solo dejás de discutir.



Bueno, eso es todo por hoy. Ya me conocen, no vivo muy lejos de ustedes, y seguramente nos volveremos a ver dentro de una semana. ¿Qué haré desde hoy hasta entonces?: mejor no pregunten.



DJ Vago

martes, 11 de agosto de 2015

[134] Por un vintén



“Doña Soledad” (1968) y “Milonga del alma III” (1989) de Alfredo Zitarrosa



A Germán Machado, que venía pidiendo a Zitarrosa desde hace un montón


Continúo con la serie “Dime cómo te llamas” (esta vendría a ser la cuarta entrega, y aún faltan dos más). Esta canción no iba a venir acá, pero la escucha continuada de “Eleanor Rigby”, la semana anterior, me llevó de las orejas hasta este candombe, porque Eleanor, traducida al uruguayo, bien podría haberse titulado así, “Doña Soledad”. Salvo eso, no, no tienen mucho que ver, este candombe de Don Alfredo con el tema de McCartney, me doy cuenta. Pero como me encanta Zitarrosa y era una deuda del blog, me pareció un buen momento para incluirlo.


Alfredo Zitarrosa, hijo natural que fue dado en adopción (de chico lo llamaban el Pocho Durán) y que terminó luego viviendo con su madre biológica y su nuevo esposo (quien le dio a Alfredo el apellido Zitarrosa). Laburó de varias cosas, entre ellas de locutor y periodista, hasta que finalmente alguien se avivó de que el pibe podía cantar: lo anotaron medio de prepo en un concurso de canto, se ganó sin esperarlo 50 dólares, y allí comenzó su carrera musical. Y además de tener una gran voz (gruesa, bien varonil), resultó que era un poeta de aquellos, y podía componer música como muy pocos pudieron. Comunista hasta la coronilla, sus canciones reflejaron siempre las penurias de los pobres (en especial los peones rurales y los obreros urbanos) e incitaron a la rebelión y la lucha por cambiar esa realidad.

Lo que más y mejor cantó y compuso (siempre, o casi siempre, con acompañamiento de guitarras) son milongas, pero también diversos ritmos folclóricos, algún tango, y dos o tres candombes. Alfredo pensaba que el candombe era eminentemente instrumental: se tenía que lucir la percusión, y el canto siempre quedaba más bien como un accesorio, en el universo candombero. Sin embargo, cada tanto le salían algunas “cositas sencillas”, como esta “Doña Soledad”, canción a la que nunca le puso muchas fichas pero que era de las que más le pedía la gente, y al final hasta como que se encariñó con ella.

Porque la propuesta es más bien sencilla: presentar un personaje. Lo que no es sencillo ni corriente es la forma en que Zitarrosa lo hace (mediante una especie de descripción - conversación) y a quién elige como héroe del candombe: una mujer pobre (proletaria, digamos: de clase baja, o media-baja). Alfredo compuso pensando-recordando a una mujer que veía barrer la vereda en su pueblo.

La recuerda peleando en el almacén por una moneda (un vintén, es decir, una moneda uruguaya de veinte centavos); a pesar de que trabaja, no le alcanza para comprar ni pan y vino, si no la ayudaran. Y no la dejarían, aunque tuviera los vintenes, que comprara más que pan y vino, que transformara eso en carne y sangre: Jesús lo hizo, y así le fue. Acá en este pueblo, el único que puede disponer de la carne y la sangre es el patrón. Él la conoce de verdad, a doña Soledad (es uno de los pocos), y por eso “le conversa de más”. Y ella hubiera querido, aunque más no fuera para poder conversar mejor, haber podido estudiar. Pero no pudo, porque ya de niña tuvo que ponerse a trabajar, y nunca dejó de hacerlo: ¿quién tiene tiempo para estudiar, si trabaja desde niño? Y él insiste en pedirle a doña Soledad que igual lo intente, que se ponga a pensar. Que piense, por ejemplo, qué quieren decir, cuando le dicen que no tiene libertad. La libertad es poder comer, estudiar, reír, estar sano, trabajar, y también pensar. Y que los que quedan puedan poner lo que quede de nosotros en un ataúd, cuando nos vayamos. La lucha por la libertad también es algo que le importa a usted, doña Soledad: no está sola como Eleanor Rigby, y aunque pelee por una moneda, no necesita ir a la iglesia a levantar el arroz del piso.



Es un acercamiento sincero y humano, y respetuoso, hacia esa mujer por la que nadie da dos mangos. No la subestima, no la ensalza, no le dice que es una heroína ni que no sirve para nada. La valora por lo que es, y la impulsa a avanzar. Al ritmo de los tambores del candombe, que siempre ayudan y dan ganas de bailar (no a mí, por supuesto: yo solo bailo mentalmente).

https://www.youtube.com/watch?v=fW_ChKw95Dc


Doña Soledad
Mire, doña Soledad,
póngase un poco a pensar,
doña Soledad,
cuántas personas habrá
que la conozcan de verdad.
Yo la vi en el almacén
peleando por un vintén,
doña Soledad.
Y otros dicen: "haga el bien,
hágalo sin mirar a quién".

Cuántos vintenes tendrá
sin la generosidad
doña Soledad,
con los que pueda comprar
el pan y el vino nada más.
La carne y la sangre son
de propiedad del patrón,
doña Soledad:
cuando Cristo dijo "¡no!",
usted sabe bien lo que pasó.
Mire, doña Soledad,
yo le converso de más,
doña Soledad,
y usted para conversar
hubiera querido estudiar.
Cierto que quiso querer,
pero no pudo poder,
doña Soledad,
porque antes de ser mujer
ya tuvo que ir a trabajar.
Mire, doña Soledad,
póngase un poco a pensar,
doña Soledad,
qué es lo que quieren decir
con eso de la libertad.
Usted se puede morir
eso es cuestión de salud
pero no quiera saber
lo que cuesta un ataúd.

Doña Soledad,
hay que trabajar...,
pero hay que pensar....
no se vaya a morir...,
la van a enterrar...
Doña Soledad...
Doña Soledad...

Y ahora que ya me estoy despertando, no quisiera cerrar este posteo zitarrosiano sin incluir al menos una milonga, género en el que realmente se lució. Y elijo la “Milonga del alma 3”, que salió editada póstumamente (Alfredo murió en 1989), como parte de un disco (“Sobre pájaros y almas”) hecho a dúo con Numa Moraes. Hay milongas del alma 1, 2 y 4, pero esta, la tercera, es la única de las cuatro que canta Zitarrosa solo, y es, para mí, totalmente inolvidable. La música es espectacular, y siempre es un lujo poder escuchar esa voz gruesa de Alfredo cantando una milonga.



La letra es del poeta Washington Benavides (con ese nombre, resulta ocioso aclarar que es uruguayo, a pesar de que se cambió la Z final del apellido para que sonara más brasileño, el Benavídez), y es un poema realmente precioso, que ronda las cuestiones del recuerdo repentino, el pasado de juventud versus el presente de lucha, el amor, el olvido imposible, la materia, el espíritu y el alcoholismo (a menos que esa “bebida con calor de madre” sea el mate, tratándose de uruguayos no habría que descartarlo, al contrario, cada vez me parece más que es el mate nomás: borren lo de alcoholismo). No me da la cabeza para comentar coherentemente esta poesía, pero les recomiendo que la lean primero y la escuchen después, porque no tiene desperdicio (hay versos que me taladran la mente, como “jacarandoso árbol de la flor”, “pétalo a pétalo te alcé, ilusoria”, "la memoria es amante que requiere / un tiempo que no puede ser el mío", “y ese señor olvido que no olvida”…).

Me acordé, ahora que digo esto, que Zitarrosa no se consideraba un poeta. “Yo hago versos nomás”, decía; “la canción le rinde a la poesía un tributo de amor”. Lindo eso, ¿no?

En la grabación, la milonga se antecede de un recitado (comúnmente llamado “El comunista”, que es parte de un recitado mayor del disco “Sobre pájaros y almas”). El recitado, que parece casi como una autopresentación de Alfredo, no parece tener mucho que ver con el poema (por no decir: casi nada), así que yo al menos los considero dos piezas separadas.

Recitado:
“Está sentado ahí. Todos saben que es comunista, lo respetan, se sabe, es pobre y rico, generoso al convidar, al envidar y hasta para echar el resto. Confirmo, porque todos sospechan, que tiene miles y miles de compañeros almas y más.”


https://www.youtube.com/watch?v=44SLrtte_8U

Milonga del alma III

De la frágil materia del olvido,
pétalo a pétalo te alcé, ilusoria,
tan hondo para amar, tan resentido
que vuelvo el rostro a toda mi memoria.

Pero no quiero en esta mala gana
verte como a una Alicia en el espejo,
inalcanzable mancha de una plana
cuando era niño, cuando no era viejo.

La memoria es amante que requiere
un tiempo que no puede ser el mío;
no puedo ser el silbo de lo umbrío,
yo soy el cazador, soy el que hiere.

Jacarandoso árbol de la flor
que pone azul a toda la plazuela
y que te vio guardándote mi amor,
como a fruto robado, una chicuela.

Y yo, que duermo a veces en el seno
de una bebida con calor de madre
—qué digo, no, tan solo de comadre—,
amo el valor del que cayó en el cieno.

El amor que blasfema
atado como un perro a dura estaca
y aleja del costado del poema
una visión pueril de toma y daca.

El alma tan mentida,
el tiempo frívolo de sacrosanto
viernes de pasión vestido;
la irresponsable llama de la vida
en el pábilo negro de mi canto
y ese señor olvido que no olvida,
y ese señor espanto.


Y eso es todo. Hoy estuve ultradiscreto en mis comentarios, por lo cual este posteo seguramente quedó mejor que cuando doy rienda suelta a mi cháchara infame. Ustedes dirán. No nos vamos a pelear por una moneda.

Los saluda hasta la próxima,


DJ Vago

miércoles, 5 de agosto de 2015

[133] Para cortarse las venas con una arrocita

“Eleanor Rigby”, de The Beatles, en su álbum Revolver (1966)

Esta semana, como tercera entrega de la serie “Dime cómo te llamas”, vamos con un famosísimo tema de los Beatles. Sería aventurado decir que es el más famoso (teniendo ellos tantos), pero sí tiene la curiosidad de ser la canción más versionada de todos los tiempos, seguida no muy lejos por “Ne me quitte pas”, “Summertime” y “Que los cumplas feliz”.

La canción en cuestión es “Eleanor Rigby”. Si bien el tema aparece como compuesto por Lennon/McCartney, esta es una canción de Paul. John Lennon hizo un par de aportes en palabras concretas, pero el tema, la letra y todo es puro (y el mejor) McCartney. Las canciones de Lennon siempre tuvieron una onda de autoayuda alegre, él nunca habría hecho un tema como este. George y Ringo también hicieron mínimos aportes, pero esta canción es de Paul, e incluso lo demás se solían referir a ella como “el bebé de Paul”: la canción mimada, la favorita. Una canción extraña, que marcó sin dudas un antes y después en la historia de los Beatles, y del rock todo.



Porque el tema de esta canción es la gente sola, los solitarios. Que una banda de rock tome este tema, tan poco glamoroso y tan bajón, es algo rarísimo. Que el resultado sea una canción tan buena como esta, sería imposible para cualquiera excepto para The Beatles.

Sí hay y había canciones “dark” con cementerios y tumbas; por ejemplo, justo cuando salió esta canción, en los topes de los charts estaba “Paint it black”, the los Rolling Stones, que no es nada alegre y tiene su escena de autos negros en el cementerio. Pero acá hablamos de gente común y gris, de una solterona, de un cura de pueblo: gente que cuando muere nadie va al entierro, y cuando vive nadie los visita. Sin hijos, sin parientes, sin amigos.



Mi tío Joan, a partir supongo de escuchar “Eleanor Rigby”, hizo una canción titulada “La tieta”, que describe, en forma descarnada y brillante, la vida y muerte de la tía solterona de la familia. Pero musicalmente, la canción es pesada, lenta, y francamente aburrida (y eso lo digo yo, que lo adoro al tío). En cambio Paul compuso un tema genial, pegadizo, sobre una escala dórica que va bajando de semitono en semitono en cada tiempo fuerte del compás. Martin, el arreglador de los Beatles, completó el efecto con un contundente cuarteto doble de cuerdas (dos violonchelos, dos violas, cuatro violines) que toca en staccatto (es decir, no ligando una nota con otra, sino cortando el sonido, para que cada nota quede sola y seca, separada de la siguiente). No voy a hacer ningún descubrimiento si digo que Paul es un gran músico (así como lo fue John, pero a mí siempre me gustaron más las canciones que muestran la impronta de McCartney). Pero lo digo igual: qué gran músico. 

(En cambio, Ringo Starr, por ejemplo, era un baterista malísimo, pobre. En esta canción no aparece, y no se lo extraña para nada. A veces pienso qué bárbaros (más) hubieran sido los Beatles si hubieran tenido un baterista copado, tipo Keith Moon.)



Y qué letra.

Eleanor Rigby, ese nombre sonoro, súperirlandés, parece contener en sí toda la historia de ese personaje. Como si la letra de la canción lo único que hiciera es desarrollar esa historia ya contenida en el nombre propio.

Stat pristina rosa nomine / nomina nuda tenemus, me interrumpe mi hermana la tercera que dijo un monje benedictino y después un escritor italiano. Asiento con la cabeza y espero, porque seguro que ahora viene la traducción, mi hermana no se aguanta sin traducir una cita en latín. Ahí está, ya sabía: “La rosa primera está en el nombre / solo tenemos nombres desnudos”. Ajá.

La canción consta de solo tres estrofas, conectadas entre sí por una especie de doble estribillo: el que encabeza la canción (“Ah, mira a todos los solitarios”) y el que, tras repetir ese mismo verso, pregunta de dónde es que vienen y adónde pertenecen los solitarios.

El comienzo es notable:

Ah, look at all the lonely people!

Uno se imagina frente a una llanura llena de gente solitaria. Como si pudiera, en el ojo de un Aleph, observar a todos los solitarios del mundo al mismo tiempo. Y son muchos, más de los que creeríamos o querríamos que fueran. Y el cantor nos los muestra a todos, cual un diablo que ofreciera el mundo entero desde la cima de una montaña (“Tibi dabo...”, cita mi hermana la tercera, pero ya no le doy bola).

Pero enseguida comienza la primera estrofa, y de ese mar de gente solitaria se cuenta únicamente la historia de dos: Eleanor Rigby primero, y el padre McKenzie después. Eleanor es una solterona que va todo el tiempo a la iglesia y que levanta del suelo el arroz, cuando terminan las bodas; una imagen genial, pues remite por un lado a la pobreza de Eleanor y a su “vivir en un sueño”, a soñar que vive una vida diferente de la suya, que está por llegar el encuentro con ese alguien (desconocido) a quien espera junto a la ventana, con una máscara de circunstancia que esconde su verdadera tristeza.

Eleanor Rigby
levanta el arroz en la iglesia
después de una boda.
Vive en un sueño,
espera en la ventana llevando la cara
que guarda en un jarro junto a la puerta.
¿Para quién es?

La segunda estrofa introduce el segundo protagonista de la canción, la contraparte masculina de Eleanor, igualmente irlandés, igualmente solitario: un cura de pueblo, el padre McKenzie. Paul pensó de entrada usar su propio apellido para ese personaje, y que fuera el “padre McCartney”, pero imaginó que la gente que escuchara la canción iba a pensar que estaba hablando de su propio padre, en lugar de un cura desconocido, así que decidió buscar otro apellido.

El padre McKenzie prepara su sermón dominical que dirá en una iglesia vacía, zurce sus propias medias en la noche, siempre solo... ¿Por qué le importa? ¿Y qué le importa? Quién sabe.

Me parece genial, también, esa onda irlandesa, católica y decadente, que sobrevuela la canción, y que se logra apenas con los nombres de los personajes, un par de imágenes y la mención de la palabra “iglesia”.

El padre McKenzie
escribe las palabras de un sermón
que nadie oirá.
Nadie se acerca.
Míralo trabajar,
zurce sus medias en la noche
cuando no hay nadie allí,
¿qué le importa?

Y en la tercera estrofa, estos dos personajes tan grises se encuentran o, mejor dicho, se terminan de desencontrar. Eleanor Rigby muere (su muerte es exactamente como su vida, intrascendente y común, solitaria) y es enterrada en la iglesia de McKenzie. Este, suponemos, dirá unas palabras en la ceremonia, aunque no haya nadie más allí, enterrará él mismo a la pobre mujer y luego se sacudirá la tierra de las manos y se alejará, sabiendo (él y todos) que nadie fue salvado esa mañana.

Y la canción termina con el segundo estribillo, el que conecta con la frase inicial y se pregunta (sin respuesta posible) sobre ese mar de gente solitaria: de dónde vienen, a dónde van.

Todos los solitarios,
¿de dónde es que vienen?
Todos los solitarios,
¿a dónde pertenecen?

Todo esto dura apenas dos minutos y monedas (¡la duración de un tema punk!), porque la canción es rápida e incesante. Un tema bastante depre, y sin embargo, a pesar de que si fuera por la letra nos darían ganas de degollarnos con una galletita de agua (o mejor, una galleta de arroz, o mejor que mejor, con el filo de un grano de arroz, en honor a Eleanor), la canción no deja de sonar desde hace ya casi cincuenta años, y sigue siendo cantada y reversionada por montones de cantantes y grupos.

Es, en síntesis, una canción valiente, porque la soledad (ese caballero andante de la muerte) es un tema más que difícil de acompañar con música. El éxito sostenido de este tema marcó una nueva etapa para The Beatles, que se abrieron de las puras baladas y canciones de rock para permitirse hacer también experimentos musicales y explorar temáticas “raras” en sus letras.




Eleanor Rigby

Ah, look at all the lonely people!
Ah, look at all the lonely people!

Eleanor Rigby
picks up the rice in the church
Where a wedding has been
Lives in a dream,
Waits at the window, wearing the face
That she keeps in a jar by the door,
Who is it for?

All the lonely people
Where do they all come from?
All the lonely people
Where do they all belong?

Father McKenzie,
writing the words of a sermon
That no one will hear,
No one comes near.
Look at him working,
darning his socks in the night
When there's nobody there,
what does he care?

All the lonely people,
where do they all come from?
All the lonely people,
where do they all belong?

Ah, look at all the lonely people!
Ah, look at all the lonely people!

Eleanor Rigby
died in the church and was buried
Along with her name.
Nobody came.
Father McKenzie
wiping the dirt from his hands
As he walks from the grave
No one was saved.

All the lonely people,
where do they all come from?
All the lonely people,
where do they all belong?

Eleanor Rigby

Ah, mira a todos los solitarios.
Ah, mira a todos los solitarios.

Eleanor Rigby
levanta el arroz en la iglesia
después de una boda.
Vive en un sueño,
espera en la ventana llevando la cara
que guarda en un jarro junto a la puerta.
¿Para quién es?

Todos los solitarios,
¿de dónde es que vienen?
Todos los solitarios,
¿a dónde pertenecen?

El padre McKenzie
escribe las palabras de un sermón
que nadie oirá.
Nadie se acerca.
Míralo trabajar,
zurce sus medias en la noche
cuando no hay nadie allí,
¿qué le importa?

Todos los solitarios,
¿de dónde es que vienen?
Todos los solitarios,
¿a dónde pertenecen?

Ah, mira a todos los solitarios.
Ah, mira a todos los solitarios.

Eleanor Rigby
murió en la iglesia y fue enterrada
junto con su nombre.
Nadie vino.
El padre McKenzie
se limpia la tierra de las manos
mientras se aleja de la tumba.
Nadie fue salvado.

Todos los solitarios,
¿de dónde es que vienen?
Todos los solitarios,
¿a dónde pertenecen?




Coo bonus track, y ya que mencioné que hay millón de versiones de este tema, van un par: la de David Cook, en el reality musical "American Idol", Ray Charles y PAIN (grupo metalero under, cuyo cantante siempre parece que está cantando por última vez en su vida, antes de fenecer).







Bueno, eso es todo por hoy, me vuelvo a escuchar en mi Winco “Eleanor Rigby”, que me acompañará alegremente toda la semana.


Hasta la próxima,


DJ Vaguenzie